Constantino Lima: Memorias de un luchador
indianista
Pedro
Portugal Mollinedo
Rosario es
una comunidad aymara de la provincia Pacajes del departamento de La Paz,
asentada en un sitio impresionante, por estar en la región donde existe mayor
concentración de chullpas, bellas torres funerarias que nos hablan del pasado
heroico de la nación aymara. En las inmediaciones de esa comunidad, en 1941, en
el camino hacia el poblado de Calacoto, un q’ara se enoja porque una
india aymara le estorba el paso, la insulta y finalmente la aleja de una patada
en el trasero. Un niño, el hijo de esa india, observa, pasmado, lo que sucede.
Ese niño,
Constantino Lima Chávez no logrará borrar de su mente esas imágenes. Ya en su
comunidad correrá a buscar su padre, para contarle lo sucedido y pedirle una
explicación. Su pregunta es: «¿Por qué los caballeros nos tratan tan
mal?». El progenitor reunió a sus hijos y dibujando el océano y los continentes
de Europa y América les explicó: «Los blancos mestizos vienen de Europa que
está aquí y nosotros somos de aquí. Somos los dueños de casa, pero hemos sido
invadidos y ahora somos como esclavos, por eso ellos se sienten nuestros
patrones y nos tratan mal». Su padre les explicó la situación dolorosa del
pueblo ocupado y sometido: «Nos quitan las ovejas, nos pagan una miseria, a
veces ni nos pagan porque el corregidor es de ellos, el juez, el abogado, la
policía es de ellos».
De ahí nació
en Constantino Lima una ira sorda y una conciencia de que la liberación de su
pueblo pasaba por la conquista del poder político. Sin embargo, lo que menos
quería su padre era que sus hijos se conviertan en luchadores sociales. «¿Qué
podemos hacer en esta situación? Nunca vamos a ganar, hijos», les decía.
«¡Cuidado que se metan en política, estamos como sus esclavos y con cárcel o
muerte nos pueden castigar. No quiero que mis hijos sufran!», les recomendaba
frecuentemente. Empero, desoyendo las advertencias paternas, Constantino
alimentó su rebeldía, decidiendo así su vocación política.
En 1954, a
sus 21 años, ya tenía un discurso político indianista incipiente, fruto de su
vivencia personal y del proceso político que el país experimentaba entonces.
Está en Cochabamba, en un colegio Adventista, cuando un grupo de estudiantes q’aras
hacen burla de sus opiniones y buscan agredirle. Constantino, que «había
crecido en cólera contra los blanco mestizos que habían agredido a mi madre»,
se defiende y antes que el asunto degenere en violencia es ayudado por
«hermanos nativos» que lo defendieron.
Las
discusiones con alumnos y profesores en ese colegio ayudarán a madurar las
ideas políticas de Constantino Lima. En esas circunstancias surgen en él las primeras
ideas de «cómo organizar al pueblo indio para su liberación», discurriendo en
la forma de partido o movimiento político que debía adoptar esa organización.
Eran tiempos en que el Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR, campeaba en
Bolivia. Existían también la Falange Socialista Boliviana, FSB, antagonista del
MNR, así cómo el Partido Comunista de Bolivia, PCB y el Partido Obrero
Revolucionario, POR, pero ninguno de estos partidos le parece solución para el
problema del pueblo indio: «Desde entonces, ni la derecha ni la izquierda me
han gustado, porque veía que estaban dirigidas por los blanco mestizos y en
esos partidos el indio era siempre la masa que servía únicamente para apoyarlos
y mantener su poder». Así, su determinación será conformar una organización
política exclusivamente dirigida e integrada por indios.
Los primeros
intentos de organizar ese movimiento político lo realizará a partir de 1960 en
La Paz. «Me acerqué a Zenón Barrientos Mamani, que era del MNR, también a
Fulgencio Maldonado, también del MNR. Ellos me felicitaban por mi manera de
pensar pero sólo me invitaban a ingresar al MNR». Decepcionado de recurrir a
indios que ya estaban en la lucha política, Constantino decide agrupar gente
nueva. Algún tiempo después contará con un núcleo de «veintidós hermanos listos
para la lucha ideológica y política». Se reunían en la vidriería de Constantino
hasta altas horas de la noche, se reunían también en el domicilio de Macario
Angles — en ese entonces estudiante de economía — situado en la calle Graneros
y en el domicilio de un hermano indio de confesión evangélica cristiana,
situado en inmediaciones de la Calle Quintanilla Suazo. De esas veintidós
personas, catorce firmarán el 5 de noviembre de 1960 un documento de
identificación política indianista, constituyendo el Partido Autóctono
Nacional, PAN. Entre los firmantes, además de Constantino Lima, estuvieron
Raymundo Tambo, Juan Rosendo Condori, José Ticona, Ángel Limachi, Rogelio
Chuquimia, Manuel Tarqui y Felipe Flores. Ese documento es el inicio de la
organización política indianista contemporánea. De los firmantes, tres morirán
posteriormente en condiciones dudosas, que dan pábulo a sospecha de asesinato:
Raymundo Tambo, Ángel Limachi y Felipe Flores.
Después del
PAN — que no logró consolidarse como organización política — seguirán otros
ensayos, algunos de ellos en coordinación con Fausto Reinaga, cuya producción
intelectual era ya conocida y debatida en los medios indianistas. Surgirán así
el Partido de Indios del Kollasuyo, PIK; después el Partido de Indios Aymaras y
Quechuas del Kollasuyo, PIAQK; después viene el Partido Indio de Bolivia, PIB y
en 1968 se conforma el Movimiento Nacional Tupak Katari, MNTK.
Esta
efervescencia política se fortalecerá con la creación del primer movimiento
político indianista en medio universitario, el Movimiento Universitario Julián
Apaza, MUJA, en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz. A esta
Universidad, Constantino ingresó en 1968 como alumno en la Facultad de Derecho.
Raymundo Tambo y Juan Rosendo Condori eran ya alumnos de esa universidad. Estas
tres personas organizarán el MUJA. «En esa época la cantidad de indios en la
universidad era poca y había mucha discriminación. Cuando popularizamos la wiphala
en la universidad, eso nos costó sangre. Ir con la wiphala era
hacerse corretear a patadas por izquierdistas y derechistas. Para unos la
bandera tenía que ser roja proletaria y para los otros no había más que la
tricolor boliviana. Me recuerdo de Teófilo Tarquino, de Isidoro Arismendi y
otros que teníamos que defender a puñetazos nuestra bandera que los bolivianos querían
destrozar».
Estas fases
previas de organización política darán lugar, en enero 1975, a la conformación
del movimiento político indianista de mayor repercusión contemporánea hasta la
década de los años ochenta, el Movimiento Indio Tupak Katari, MITKA. Esta
organización fue constituida por Constantino Lima, Luciano Tapia, Jaime Apaza y
Felipe Quispe, entre otros. Su fundación formal tuvo lugar en su Primer
Congreso en la Ciudad de las Piedras, Pacajes, en 1978: «Fue un Congreso
histórico, pues asistieron doscientos ochenta y tres delegados de todo el
territorio de Bolivia, quienes vinieron con sus propios recursos y sin que
ningún medio de comunicación masivo haya publicitado este acto».
El MITKA
logró un primer diputado indio, Julio Tumiri, en la gestión 1979-1980. En 1985
Constantino fue también diputado con la sigla MITKA-1.
Constantino
Lima es también el precursor en el uso y difusión de la wiphala. Este
símbolo nacional andino que episódicamente dirigió la resistencia india, era
poco conocida a fines de la década de 1960. En las reuniones de indianistas se
hablaba de la wiphala, pero se discutía sobre su forma y colores. En
1968 Constantino tiene acceso a un documento proveniente del Perú, que habla
vagamente de esta bandera. Inquieto, encomienda a Manuel Tarqui, que se ocupaba
de la compra y venta de libros usados, hacer lo posible para encontrar
publicaciones que traten el tema. Un día Manuel Tarqui le anuncia que tiene un
libro, también proveniente del Perú, que presenta imágenes de la wiphala.
Constantino las copia y las presenta a la reunión del MNTK: «Yo quería ver la
reacción de nuestros hermanos, pero cuando mostré el dibujo de la wiphala no
hubo mucha emoción. Yo les dije: Esta es la bandera que han hecho flamear
Bartolina Sisa y Tupak Katari». Los acompañantes de Constantino estaban
sorprendidos, sobre todo por el diseño cuadrado de la bandera.
Constantino
confeccionará él mismo una wiphala y en Semana Santa, abril de 1970, en
ocasión de un juramento que harán en la Pukara de Jach’a Apasa, en Pacajes,
convocarán a los ciento cuarenta y siete alumnos del primer colegio que hubo en
la región de Pacajes, un colegio adventista. Vinieron también padres de familia
y vecinos del poblado adyacente, Rosario. Allí se hizo flamear por primera vez
la wiphala que originó los colores y diseños que ahora conocemos.
La segunda
vez que flameó esta wiphala fue el 6 de junio del mismo año, día del
maestro, en Coro Coro, en ocasión de un ampliado campesino. Como anécdota
Constantino Lima relata que en ese acto estaba presente el subprefecto de la
provincia, quien «ese mismo día telefoneó a la prefectura del departamento
indicando que en Coro Coro los indios de Pacajes habían hecho flamear una
bandera extranjera».
El 15 de
noviembre de 1970, flameó también la wiphala en Ayo Ayo ante treinta mil
indios concentrados en homenaje a Tupak Katari. Estuvo presente el presidente
J.J. Torrez y otras autoridades bolivianas. Allí flameó también otra wiphala
con diferentes colores, que trajo Genaro Flores, dirigente de la Federación
Campesina de La Paz de entonces. Es importante indicar que esas wiphalas no
tenían los colores tal como ahora son utilizadas, fruto de una recreación
posterior. Las actuales wiphalas son fruto de la investigación y también
de la inventiva de, por esas épocas, jóvenes indios, entre los cuales destacó
Germán Choque Condori. Resulta curioso que en ese proceso, el carácter
histórico y social de la wiphala perdió, entre los indianistas, su rol
de movilizador social en desmedro de una dimensión cosmovisionista y casi
esotérica, inusitada en los inicios de este movimiento.
Otro mérito
de Lima es haber popularizado e impuesto el nombre de Abya Yala para designar
el continente americano. Constantino relata: «El historiador Roberto Choque
sugirió a MINK’A (una organización cultural indígena de entonces n.d.a.) que me
envíe de representante alterno al Primer Congreso Mundial de Pueblos Indígenas,
que se realizó en octubre de 1975 en Canadá. A mi regreso visité varios países
y pueblos indios. En Panamá me detuve en la isla de Ustupu a visitar al pueblo
Kuna. Allí sus autoridades llamadas saylas me dijeron: ‘Todos utilizan
el nombre de América para nuestro continente, pero nosotros tenemos depositado
el verdadero nombre que es Abya Yala, que significa Tierra en permanente
Juventud’. Me encomendaron hacer conocer ese mensaje y es lo que he hecho».
Para
Constantino Lima, el actual gobierno no es continuación del proceso político
indianista: «Evo Morales es indio, eso es importante. Tiene doctrina política
izquierdista, no nuestra ideología, pero hace parte de nuestro pueblo. Quizás
por ello toda la gestión de Evo Morales es débil. Evo ahora dice una cosa y en
cuatro horas dice lo contrario. Pero no lo condeno, aunque su culpa es haberse
rodeado de gente que ahora lo controla. Sus asesores lo manejan como muñeco y
son ellos quienes manejan realmente el gobierno. Pero aunque sea con esas
fallas, es el primer presidente indio, pero no constituye un gobierno indio.
Evo Morales es un gobierno de transición, hacia el verdadero poder indio que
vendrá después».
En febrero
del presente año, el Gobierno del presidente Evo Morales Ayma condecoró a
Constantino Lima Chávez con el Cóndor de los Andes en el Grado de Caballero. En
esa ocasión el vicecanciller, Hugo Fernández, afirmó que Lima es una
«personalidad en el resurgimiento de las culturas indígenas en Bolivia».
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