jueves, 17 de enero de 2013

CONSTANTINO LIMA: Memorias de un luchador indianista



Constantino Lima: Memorias de un luchador indianista
Pedro Portugal Mollinedo


Rosario es una comunidad aymara de la provincia Pacajes del departamento de La Paz, asentada en un sitio impresionante, por estar en la región donde existe mayor concentración de chullpas, bellas torres funerarias que nos hablan del pasado heroico de la nación aymara. En las inmediaciones de esa comunidad, en 1941, en el camino hacia el poblado de Calacoto, un q’ara se enoja porque una india aymara le estorba el paso, la insulta y finalmente la aleja de una patada en el trasero. Un niño, el hijo de esa india, observa, pasmado, lo que sucede.

Ese niño, Constantino Lima Chávez no logrará borrar de su mente esas imágenes. Ya en su comunidad correrá a buscar su padre, para contarle lo sucedido y pedirle una explicación. Su pregunta es: «¿Por qué los caballeros nos tratan tan mal?». El progenitor reunió a sus hijos y dibujando el océano y los continentes de Europa y América les explicó: «Los blancos mestizos vienen de Europa que está aquí y nosotros somos de aquí. Somos los dueños de casa, pero hemos sido invadidos y ahora somos como esclavos, por eso ellos se sienten nuestros patrones y nos tratan mal». Su padre les explicó la situación dolorosa del pueblo ocupado y sometido: «Nos quitan las ovejas, nos pagan una miseria, a veces ni nos pagan porque el corregidor es de ellos, el juez, el abogado, la policía es de ellos».
De ahí nació en Constantino Lima una ira sorda y una conciencia de que la liberación de su pueblo pasaba por la conquista del poder político. Sin embargo, lo que menos quería su padre era que sus hijos se conviertan en luchadores sociales. «¿Qué podemos hacer en esta situación? Nunca vamos a ganar, hijos», les decía. «¡Cuidado que se metan en política, estamos como sus esclavos y con cárcel o muerte nos pueden castigar. No quiero que mis hijos sufran!», les recomendaba frecuentemente. Empero, desoyendo las advertencias paternas, Constantino alimentó su rebeldía, decidiendo así su vocación política.
En 1954, a sus 21 años, ya tenía un discurso político indianista incipiente, fruto de su vivencia personal y del proceso político que el país experimentaba entonces. Está en Cochabamba, en un colegio Adventista, cuando un grupo de estudiantes q’aras hacen burla de sus opiniones y buscan agredirle. Constantino, que «había crecido en cólera contra los blanco mestizos que habían agredido a mi madre», se defiende y antes que el asunto degenere en violencia es ayudado por «hermanos nativos» que lo defendieron.
Las discusiones con alumnos y profesores en ese colegio ayudarán a madurar las ideas políticas de Constantino Lima. En esas circunstancias surgen en él las primeras ideas de «cómo organizar al pueblo indio para su liberación», discurriendo en la forma de partido o movimiento político que debía adoptar esa organización. Eran tiempos en que el Movimiento Nacionalista Revolucionario, MNR, campeaba en Bolivia. Existían también la Falange Socialista Boliviana, FSB, antagonista del MNR, así cómo el Partido Comunista de Bolivia, PCB y el Partido Obrero Revolucionario, POR, pero ninguno de estos partidos le parece solución para el problema del pueblo indio: «Desde entonces, ni la derecha ni la izquierda me han gustado, porque veía que estaban dirigidas por los blanco mestizos y en esos partidos el indio era siempre la masa que servía únicamente para apoyarlos y mantener su poder». Así, su determinación será conformar una organización política exclusivamente dirigida e integrada por indios.
Los primeros intentos de organizar ese movimiento político lo realizará a partir de 1960 en La Paz. «Me acerqué a Zenón Barrientos Mamani, que era del MNR, también a Fulgencio Maldonado, también del MNR. Ellos me felicitaban por mi manera de pensar pero sólo me invitaban a ingresar al MNR». Decepcionado de recurrir a indios que ya estaban en la lucha política, Constantino decide agrupar gente nueva. Algún tiempo después contará con un núcleo de «veintidós hermanos listos para la lucha ideológica y política». Se reunían en la vidriería de Constantino hasta altas horas de la noche, se reunían también en el domicilio de Macario Angles — en ese entonces estudiante de economía — situado en la calle Graneros y en el domicilio de un hermano indio de confesión evangélica cristiana, situado en inmediaciones de la Calle Quintanilla Suazo. De esas veintidós personas, catorce firmarán el 5 de noviembre de 1960 un documento de identificación política indianista, constituyendo el Partido Autóctono Nacional, PAN. Entre los firmantes, además de Constantino Lima, estuvieron Raymundo Tambo, Juan Rosendo Condori, José Ticona, Ángel Limachi, Rogelio Chuquimia, Manuel Tarqui y Felipe Flores. Ese documento es el inicio de la organización política indianista contemporánea. De los firmantes, tres morirán posteriormente en condiciones dudosas, que dan pábulo a sospecha de asesinato: Raymundo Tambo, Ángel Limachi y Felipe Flores.
Después del PAN — que no logró consolidarse como organización política — seguirán otros ensayos, algunos de ellos en coordinación con Fausto Reinaga, cuya producción intelectual era ya conocida y debatida en los medios indianistas. Surgirán así el Partido de Indios del Kollasuyo, PIK; después el Partido de Indios Aymaras y Quechuas del Kollasuyo, PIAQK; después viene el Partido Indio de Bolivia, PIB y en 1968 se conforma el Movimiento Nacional Tupak Katari, MNTK.
Esta efervescencia política se fortalecerá con la creación del primer movimiento político indianista en medio universitario, el Movimiento Universitario Julián Apaza, MUJA, en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz. A esta Universidad, Constantino ingresó en 1968 como alumno en la Facultad de Derecho. Raymundo Tambo y Juan Rosendo Condori eran ya alumnos de esa universidad. Estas tres personas organizarán el MUJA. «En esa época la cantidad de indios en la universidad era poca y había mucha discriminación. Cuando popularizamos la wiphala en la universidad, eso nos costó sangre. Ir con la wiphala era hacerse corretear a patadas por izquierdistas y derechistas. Para unos la bandera tenía que ser roja proletaria y para los otros no había más que la tricolor boliviana. Me recuerdo de Teófilo Tarquino, de Isidoro Arismendi y otros que teníamos que defender a puñetazos nuestra bandera que los bolivianos querían destrozar».
Estas fases previas de organización política darán lugar, en enero 1975, a la conformación del movimiento político indianista de mayor repercusión contemporánea hasta la década de los años ochenta, el Movimiento Indio Tupak Katari, MITKA. Esta organización fue constituida por Constantino Lima, Luciano Tapia, Jaime Apaza y Felipe Quispe, entre otros. Su fundación formal tuvo lugar en su Primer Congreso en la Ciudad de las Piedras, Pacajes, en 1978: «Fue un Congreso histórico, pues asistieron doscientos ochenta y tres delegados de todo el territorio de Bolivia, quienes vinieron con sus propios recursos y sin que ningún medio de comunicación masivo haya publicitado este acto».
El MITKA logró un primer diputado indio, Julio Tumiri, en la gestión 1979-1980. En 1985 Constantino fue también diputado con la sigla MITKA-1.
Constantino Lima es también el precursor en el uso y difusión de la wiphala. Este símbolo nacional andino que episódicamente dirigió la resistencia india, era poco conocida a fines de la década de 1960. En las reuniones de indianistas se hablaba de la wiphala, pero se discutía sobre su forma y colores. En 1968 Constantino tiene acceso a un documento proveniente del Perú, que habla vagamente de esta bandera. Inquieto, encomienda a Manuel Tarqui, que se ocupaba de la compra y venta de libros usados, hacer lo posible para encontrar publicaciones que traten el tema. Un día Manuel Tarqui le anuncia que tiene un libro, también proveniente del Perú, que presenta imágenes de la wiphala. Constantino las copia y las presenta a la reunión del MNTK: «Yo quería ver la reacción de nuestros hermanos, pero cuando mostré el dibujo de la wiphala no hubo mucha emoción. Yo les dije: Esta es la bandera que han hecho flamear Bartolina Sisa y Tupak Katari». Los acompañantes de Constantino estaban sorprendidos, sobre todo por el diseño cuadrado de la bandera.
Constantino confeccionará él mismo una wiphala y en Semana Santa, abril de 1970, en ocasión de un juramento que harán en la Pukara de Jach’a Apasa, en Pacajes, convocarán a los ciento cuarenta y siete alumnos del primer colegio que hubo en la región de Pacajes, un colegio adventista. Vinieron también padres de familia y vecinos del poblado adyacente, Rosario. Allí se hizo flamear por primera vez la wiphala que originó los colores y diseños que ahora conocemos.
La segunda vez que flameó esta wiphala fue el 6 de junio del mismo año, día del maestro, en Coro Coro, en ocasión de un ampliado campesino. Como anécdota Constantino Lima relata que en ese acto estaba presente el subprefecto de la provincia, quien «ese mismo día telefoneó a la prefectura del departamento indicando que en Coro Coro los indios de Pacajes habían hecho flamear una bandera extranjera».
El 15 de noviembre de 1970, flameó también la wiphala en Ayo Ayo ante treinta mil indios concentrados en homenaje a Tupak Katari. Estuvo presente el presidente J.J. Torrez y otras autoridades bolivianas. Allí flameó también otra wiphala con diferentes colores, que trajo Genaro Flores, dirigente de la Federación Campesina de La Paz de entonces. Es importante indicar que esas wiphalas no tenían los colores tal como ahora son utilizadas, fruto de una recreación posterior. Las actuales wiphalas son fruto de la investigación y también de la inventiva de, por esas épocas, jóvenes indios, entre los cuales destacó Germán Choque Condori. Resulta curioso que en ese proceso, el carácter histórico y social de la wiphala perdió, entre los indianistas, su rol de movilizador social en desmedro de una dimensión cosmovisionista y casi esotérica, inusitada en los inicios de este movimiento.
Otro mérito de Lima es haber popularizado e impuesto el nombre de Abya Yala para designar el continente americano. Constantino relata: «El historiador Roberto Choque sugirió a MINK’A (una organización cultural indígena de entonces n.d.a.) que me envíe de representante alterno al Primer Congreso Mundial de Pueblos Indígenas, que se realizó en octubre de 1975 en Canadá. A mi regreso visité varios países y pueblos indios. En Panamá me detuve en la isla de Ustupu a visitar al pueblo Kuna. Allí sus autoridades llamadas saylas me dijeron: ‘Todos utilizan el nombre de América para nuestro continente, pero nosotros tenemos depositado el verdadero nombre que es Abya Yala, que significa Tierra en permanente Juventud’. Me encomendaron hacer conocer ese mensaje y es lo que he hecho».
Para Constantino Lima, el actual gobierno no es continuación del proceso político indianista: «Evo Morales es indio, eso es importante. Tiene doctrina política izquierdista, no nuestra ideología, pero hace parte de nuestro pueblo. Quizás por ello toda la gestión de Evo Morales es débil. Evo ahora dice una cosa y en cuatro horas dice lo contrario. Pero no lo condeno, aunque su culpa es haberse rodeado de gente que ahora lo controla. Sus asesores lo manejan como muñeco y son ellos quienes manejan realmente el gobierno. Pero aunque sea con esas fallas, es el primer presidente indio, pero no constituye un gobierno indio. Evo Morales es un gobierno de transición, hacia el verdadero poder indio que vendrá después».
En febrero del presente año, el Gobierno del presidente Evo Morales Ayma condecoró a Constantino Lima Chávez con el Cóndor de los Andes en el Grado de Caballero. En esa ocasión el vicecanciller, Hugo Fernández, afirmó que Lima es una «personalidad en el resurgimiento de las culturas indígenas en Bolivia».

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