LA ACTUALIDAD DEL PROLETARIADO
Raúl Prada Alcoreza
Cuando el
proletariado se concentra, marcha y desfila es como si convocara a todos los
proletarios del mundo y de la historia, es como si todas las luchas contra el
capital fueran reunidas en un solo acto. Ocurre como si brotase del interior de
los cuerpos concentrados otro tiempo, el tiempo de la interpelación, el tiempo
detenido de la revolución, según Walter Benjamin . El proletariado es la fuerza
de trabajo, el que crea la valorización del valor, la valorización del dinero,
del capital, con la realización y materialización de su trabajo. Es la clase
explotada y condenada por el capitalismo a vender su fuerza de trabajo como
mercancía, pero también es la clase, por eso mismo, que entra en contradicción
con el capitalismo, la clase definida por Karl Marx como sepulturera del
capitalismo. Se trata de una clase heterogénea, su composición es compleja y
diversa; fueron esclavos del capital en las plantaciones de las islas del
Caribe y en el propio continente americano, migraron del campo a la ciudad, se
convirtieron en trabajadores, empleados en talleres y fábricas, otros fueron
asimilados en las empresas agrícolas. El proletariado es producto de la gran
movilidad de la fuerza de trabajo, escapa, huye, busca mejores condiciones,
genera el mercado de trabajo, donde se enfrentan empleadores y trabajadores;
aparecen, en principio, como dependientes, logran ser libres gracias a sus
luchas, a la conquista de sus derechos y a transformaciones constitucionales.
Empero, en el mundo, a pesar de lo que digan las leyes y las normas
internacionales, no todo el proletariado se puede considerar trabajador libre,
tampoco todos son asalariados; el capitalismo contemporáneo ha actualizado
nuevas formas de esclavitud, de contratos temporales, de contratos migratorios
sin que estos trabajadores migrantes gocen de ninguna ciudadanía, tampoco de derechos
laborales. El capitalismo ha recreado lo que llama Yann Moulier-Boutang el
trabajo asalariado embridado.
En
Bolivia hoy asistimos a la expansión de una forma de contratación temporal, al
margen de los derechos de los trabajadores, reconocidos por la ley del trabajo
y por la Constitución. Se trata de formas de súper-explotación encubiertas bajo
el nombre, la organización y la institucionalidad de las cooperativas, sobre
todo mineras. Los cooperativistas minero fueron conocidos como k’ajcheros, que viene
del k’ajcheo, una palabra onomatopéyica, que se remite al sonido de las
herramientas en la roca. Este sonido es característico del trabajo minero.
Los
k’ajcheros estuvieron siempre ligados a la economía minera, tanto con las
empresas privadas, así, como después, con la empresa estatal. Se les otorgaba
áreas de explotación y el producto de este k’ajcheo era entregado a la empresa.
Con el tiempo estas labores complementarias mineras fueron creciendo, incluso
diversificándose. Aparecieron los jukos, los que roban minerales, abren huecos
en los cerros de la mina, huecos estrechos por donde penetran, de esta forma
llegan a las vetas y a los socavones. Esta tarea peligrosa muchas veces se
cobra el cuerpo y la vida de los jukos, quienes esas veces quedan atrapados en
los socavones, que vienen a ser sus propias tumbas. Los jukos otras veces
entraban en relación con los propios trabajadores mineros, quienes dejaban el
mineral en ciertos lugares establecidos para que sea recogido por los jukos.
Cuando se formaron las cooperativas y sumaron a muchos miembros, estas
organizaciones entraron en pleitos con los trabajadores asalariados y con la
empresa minera estatal. Hay una larga historia de incursiones de
cooperativistas mineros en los alrededores de la mina y el campamento minero,
con amenaza de tomas. El conflicto entre obreros mineros y cooperativistas,
entre cooperativas mineras y COMIBOL, tiene larga data. No siempre fue una
relación conflictiva, también se institucionalizaron las cooperativas como
empresas complementarias a la explotación efectuada por la empresa estatal,
explotaban parajes cedidos por COMIBOL, a quien no le interesaba explotarlos
directamente.
Después
de las medidas de ajuste estructural neoliberal, como efecto del cierre de
minas y la relocalización minera (1985-1986), las cooperativas mineras se
incrementaron ampliamente, favoreciéndose con la entrega de parte del Estado de
vetas ricas, en tiempos de recesión minera y de bajos precios de los minerales.
Se puede decir que la existencia actual del cooperativismo minero, con su
expansión enorme, el amplio crecimiento de sus afiliados, su participación
estructural en la economía y en el empleo, es una consecuencia de la
implementación del proyecto neoliberal, que terciariza la economía, combinada con
la primarización de la economía por la vía empresarial y de las cooperativas,
privatizando las empresas estatales y las reservas fiscales. Esta herencia se
transfiere al nuevo régimen que emerge de las luchas sociales anti-neoliberales
de 2000 al 2005 y del proceso constituyente. El gobierno de Evo Morales
continúa con las concesiones a las cooperativas mineras, incluso mejora las
condiciones de su participación en la minería, entregándoles maquinaria y
apoyándolas normativamente y económicamente, otorgándoles créditos. Esta
inclinación del gobierno por las cooperativas va a acarrear problemas con la
minería estatal y los mineros sindicalizados, precisamente en los periodos de
altos precios de minerales. En este contexto, durante el transcurso del periodo
de las dos gestiones del gobierno popular, los conflictos comienzan temprano
(2006); un enfrentamiento sangriento entre mineros asalariados y
cooperativistas mineros en Huanuni se lleva catorce muertos. Huanuni es la
empresa minera estatal de COMIBOL más grande e importante, la explotación
mineralógica, principalmente del estaño, mejorada con la lixiviación del
ingenio, arroja el ingreso más significativo de la empresa minera estatal. El
reparto de la mina de Huanuni, sobre todo de los parajes y las venas de las
vetas, con los cooperativistas hubiera significado la limitación y restricción
de las perspectivas de la empresa minera estatal de Huanuni. El gobierno
nacionalizó todo Huanuni e incorporó a los cooperativistas como trabajadores
asalariados.
Seis años
después, el conflicto de Colquiri entre mineros asalariados y cooperativistas
es parecido al de Huanuni. El conflicto se repite como anunciado de antemano,
sin embargo, nadie hace nada al respecto y espera los desenlaces, que siempre
sorprenden a las autoridades y funcionarios de gobierno. La veta Rosario ha
sido preparada por la empresa estatal de Colquiri y por los trabajadores
asalariados. Los cooperativistas mineros quieren esa veta sin haber invertido
nada, ni en el estudio, ni en la preparación, atentando contra las perspectivas
mismas de la empresa minera estatal de Colquiri. En negociaciones tramposas del
gobierno con ambos sectores, asalariados y cooperativistas, donde les hace
creer a cada uno que se cumplen con sus demandas, termina entregando parte de
la veta a los cooperativistas, engañando a asalariados y cooperativistas. En
esto se nota la improvisación del gobierno y la falta de una estrategia minera
a largo plazo, fuera de la falta de honestidad. Se deja llevar por la coyuntura
y por sus preocupaciones electorales, aunque sus decisiones terminen desarmando
a la propia minería estatal. El conflicto ya se ha llevado una vida, la de un
minero asalariado, ex-cooperativista, Héctor Choque; entre tanto la pugna se
encuentra en un cuarto intermedio. El gobierno ha convocado a un diálogo de las
partes, sólo asistieron los cooperativistas; los mineros asalariados entregaron
las resoluciones de las organizaciones mineras, que cuentan con apoyo de otras
organizaciones del país y de la COB, incluyendo juntas de vecinos, además de
comunidades indígenas y campesinas. En el documento entregado se ratifica la
posición, la nacionalización de todo Colquiri, como defensa del patrimonio de
todos los bolivianos, de estos recursos naturales no-renovables.
En este conflicto,
los unos y los otros, los trabajadores mineros asalariados y los trabajadores
mineros de las cooperativas, forman parte del proletariado, a excepción de los
propietarios, de los administradores, de los mayores accionistas, que en
realidad son patrones encubiertos. Unos, los trabajadores asalariados, los
obreros de las minas, son explotados en las condiciones que lo son los
trabajadores sindicalizados, cubiertos por la ley del trabajo y los derechos de
los trabajadores; los otros, los trabajadores de las cooperativas mineras, son
súper-explotados, en condiciones del capitalismo salvaje, sin gozar de los
derechos reconocidos de los trabajadores, sin seguro, contratados y
subcontratados en condiciones donde no hay ningún control estatal, sometidos a
formas de dependencia y de intermediación que se acercan a la esclavización,
endeudados por la ropa, la indumentaria y las herramientas que se les entrega.
Ni el gobierno, por lo tanto tampoco el Estado, velan por los derechos de estos
trabajadores súper-explotados, a pesar de la vigencia de la ley del trabajo y
los derechos de los trabajadores consagrados en la Constitución. Sorprende esta
actitud de indiferencia de un gobierno popular, que dice defender a los
trabajadores, que además tiene el mandato constitucional de hacerlo. La
responsabilidad del gobierno es exigirles a los propietarios y administradores
de las cooperativas cumplir con la ley del trabajo y la Constitución, velar por
los derechos de estos trabajadores que trabajan en condiciones de dependencia,
trabajo embridado, y por producto, llegando a trabajar incluso más de diez y
ocho horas, sostenidos por el trabajo no pagado de sus familias. La
responsabilidad del gobierno respecto a estos trabajadores de las cooperativas
mineras es obligarles a los propietarios de las cooperativas a cumplir la
condición social de la cooperativa, la característica de economía solidaria,
establecida en la Constitución. Nada de esto hace el gobierno, que deja hacer y
deja pasar el despliegue desalmado de las formas más brutales del capitalismo
salvaje. No se le pasa por la cabeza que tenga que hacerlo; en las expresiones
de los funcionarios, burócratas y autoridades se muestra un aire de
naturalidad, como si estas condiciones a las que están obligados los trabajadores
mineros cooperativistas fueran naturales. Esto es una muestra categórica de
cuanto de la colonialidad esta cristalizada en los huesos de estos
funcionarios, burócratas y autoridades. En realidad el gobierno defiende los
intereses se la nueva burguesía cooperativista, de los dueños, propietarios
privados, administradores y accionistas mayores. El gobierno es el
administrador de los intereses de los nuevos ricos, la nueva burguesía, que ha
recompuesto las estructuras sociales de la burguesía intermediaria boliviana,
asociando intereses con la burguesía tradicional y aliándose a la vieja
burguesía.
El
proletariado no pude dejar que las contradicciones inter-clase lleven el
conflicto a un nuevo enfrentamiento, como lo que ha ocurrido varias veces. La
COB y la Federación Sindical de Trabajadores Mineros deben patrocinar la
sindicalización de estos trabajadores mineros cooperativistas, defender sus
derechos frente a los patrones encubiertos como representantes y
administradores de las cooperativas. La unidad del proletariado es
indispensable en la lucha contra todas las formas del capital y del
capitalismo, también es indispensable en la defensa de la propiedad de todos
los bolivianos, los recursos naturales, como establece la Constitución. La
unidad del proletariado y la unidad con el pueblo boliviano, con las naciones y
pueblos indígenas originarios campesinos deben reivindicar la lucha política
por la soberanía sobre los recursos naturales, imponiendo con sus acciones
directas la nacionalización de toda la minería, sobre todo la nacionalización
de las empresas mineras trasnacionales.
¿Por qué
la actualidad del proletariado? ¿De qué modo es actual ahora, después de la
caída de los estados socialistas de la Europa Oriental y la incursión de la
República Popular de China por el socialismo de mercado, que no es otra cosa
que la incursión en el capitalismo tardío, en forma de potencia
industrial-tecnológica y científica, bajo el control del Pardito Comunista y
una burocracia convertida en burguesía pujante? Porque el proletariado se
actualiza con los mismos desplazamientos cíclicos del capitalismo, con sus
cambios de forma, con sus incorporaciones de fuerza de trabajo a la producción
de capital, incorporaciones heterodoxas a las que recurre el capitalismo
actual, recurriendo a migraciones de las periferias a los centros del
sistema-mundo capitalista, trabajos a destajo, contratos temporales, que no
responden a las leyes laborales y a los derechos de los trabajadores, pues no
considera ciudadanos a estos trabajadores migrantes.
También
recurre a la formación de un proletariado nómada e intermitente, que se emplea
por temporadas, circulando en distintos desempeños y rubros.
La
actualidad del proletariado, pues sus luchas se actualizan, son contemporáneas
y responden a las problemáticas del presente, a la crisis estructural y
orgánica del capitalismo en el momento y la coyuntura. Por las alianzas del
proletariado con las multitudes rebeldes, que se levantan contra las cargas de
la crisis que quieren transferir los bancos sobre sus cuerpos, sus derechos,
sus condiciones de vida. La actualidad del proletariado por su incumbencia en
la interpelación plebeya, promoviendo alianzas y coordinaciones con los
movimientos sociales anti-sistémicos.
La
actualidad del proletariado en Bolivia, pues el proletariado no solamente debe
defender sus fuentes de trabajo, sus derechos conquistados, reivindicar el
salario mínimo y vital, sino porque la presencia inmensa del proletariado
nómada, que trabaja a destajo, obliga a su sindicalización y organización
masiva, defendiendo los derechos de estos nuevos trabajadores súper-explotados.
La actualidad del proletariado boliviano, pues enfrenta nuevos problemas, la
necesidad de su participación en el curso de la transición abierta por el
proceso político en curso, su incumbencia en la construcción de las decisiones
colectivas y participativas. El proletariado boliviano requiere actualizar las
formas de gestión obrera, cogestión y autogestión en las empresas. El
proletariado debe enfrentar las tareas de industrialización, asumiendo los
desafíos ecológicos. Debe enfrentar la transición del modelo extractivista a un
modelo productivo, que tenga como eje la soberanía alimentaria, la formación de
un mercado interno armónico y no agresivo. El proletariado boliviano debe
afrontar los desafíos de la interpelación indígena originaria de defensa de la
madre tierra y la perspectiva del vivir bien. La participación política del
proletariado es indispensable en la deliberación y definición de la transición
del modelo extractivista a un modelo productivo complementario e integral,
pasando de un extractivismo destructivo a un extractivismo sensato, y de éste a
un extractivismo indispensable en la conformación de la economía social y
comunitaria.
La actualidad del proletariado minero, pues enfrenta hoy una disyuntiva difícil. La necesidad de unir a todo el proletariado minero, de marchar conjuntamente hacia la nacionalización de toda la minería, de encaminar la gestión de los recursos minerales en el sentido de una soberanía integral y complementaria, promoviendo y vehiculizando la eco-industrialización de los recursos naturales, avanzando a la utilización de las tecnologías de punta y limpias. El proletariado minero debe enfrentar a una burocracia estatal acostumbrada a una administración ineficiente, pesada, improvisada, provisional, e incluso corrupta. Es indispensable idear formas de participación, de co-gestión y de autogestión, que corrijan los males congénitos de la administración burocrática y pusilánime. Pero, esto tiene que venir acompañado por la constitución de una alta responsabilidad colectiva, un control social, la formación política del proletariado en estos temas y problemáticas del presente. En la conformación de estos logros también se requiere del diálogo, de la deliberación y las alianzas con los otros sectores populares, las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, los estratos populares urbanos, incluso las mal llamadas “clases medias”, que también buscan un porvenir. Este porvenir ha de ser posible en la medida que se encaminen las transiciones conjuntamente, luchando contra el capitalismo, empero combinando las formas de transitar hacia un post-capitalismo; en unos casos amortiguando los efectos más nocivos del capitalismo, en otros vaciando del contenido destructivo de las formas del capital, en otros construyendo formas solidarias y complementarias, en otros institucionalizando estructuras y relaciones comunitarias, tanto rurales como urbanas. Todo esto sin descuidar la articulación con otros procesos y otros movimientos sociales en el continente y en el mundo, buscando formas de integración alternativas y entre los pueblos. No burocráticas, a las que acostumbran los gobiernos y estados, inflamando demagógicamente los alcances de entidades burocráticas, que solo sirven para representar papeles y usurpar los anhelos de integración de los pueblos.
La actualidad del proletariado minero, pues enfrenta hoy una disyuntiva difícil. La necesidad de unir a todo el proletariado minero, de marchar conjuntamente hacia la nacionalización de toda la minería, de encaminar la gestión de los recursos minerales en el sentido de una soberanía integral y complementaria, promoviendo y vehiculizando la eco-industrialización de los recursos naturales, avanzando a la utilización de las tecnologías de punta y limpias. El proletariado minero debe enfrentar a una burocracia estatal acostumbrada a una administración ineficiente, pesada, improvisada, provisional, e incluso corrupta. Es indispensable idear formas de participación, de co-gestión y de autogestión, que corrijan los males congénitos de la administración burocrática y pusilánime. Pero, esto tiene que venir acompañado por la constitución de una alta responsabilidad colectiva, un control social, la formación política del proletariado en estos temas y problemáticas del presente. En la conformación de estos logros también se requiere del diálogo, de la deliberación y las alianzas con los otros sectores populares, las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, los estratos populares urbanos, incluso las mal llamadas “clases medias”, que también buscan un porvenir. Este porvenir ha de ser posible en la medida que se encaminen las transiciones conjuntamente, luchando contra el capitalismo, empero combinando las formas de transitar hacia un post-capitalismo; en unos casos amortiguando los efectos más nocivos del capitalismo, en otros vaciando del contenido destructivo de las formas del capital, en otros construyendo formas solidarias y complementarias, en otros institucionalizando estructuras y relaciones comunitarias, tanto rurales como urbanas. Todo esto sin descuidar la articulación con otros procesos y otros movimientos sociales en el continente y en el mundo, buscando formas de integración alternativas y entre los pueblos. No burocráticas, a las que acostumbran los gobiernos y estados, inflamando demagógicamente los alcances de entidades burocráticas, que solo sirven para representar papeles y usurpar los anhelos de integración de los pueblos.
Como se
puede ver, las tareas actuales del proletariado son altamente pertinentes y de
emergencia en el presente, ante las contradicciones profundas del proceso y
ante la necesidad inherente del mismo de transformaciones estructurales e
institucionales. Entre las tareas se encuentra la rearticulación del bloque
popular, la conversión de este bloque en la conducción del proceso, llevando a
cabo el ejercicio de la democracia plural, directa, comunitaria y
representativa, construyendo el sistema de gobierno de democracia
participativa. Quizás la rearticulación del bloque popular requiera de la
conformación de una Asamblea Popular u otra forma de organización capaz de
incidencia y toma de decisiones, de articular voluntades en la conducción del
proceso y de articular políticas de alcance estratégico a partir de una
planificación integral y participativa con enfoque territorial.
El
proletariado es una clase organizada y concentrada, por sus mismas condiciones
de trabajo. Este es una de sus grandes ventajas. También es una clase que
deviene primordialmente de la matriz de las naciones y pueblos indígenas
originarios, aunque no solo, pues es así mismo el producto del desclasamiento
de otras clases componentes de la sociedad. Entonces tiene en su memoria las
historias de su constitución. Puede por lo tanto entablar de una manera abierta
contacto y diálogo con otras clases populares y las naciones y pueblos indígenas
originarios campesinos. Se enfrenta al capitalismo por que los sufre en su
propio cuerpo, tiene un conocimiento empírico e intuitivo del capitalismo, lo
que lo empuja a descifrar sus relaciones de explotación y sus mecanismos de
dominación. Por otra parte, el proletariado minero tiene una relación profunda
con las entrañas de la tierra, relación que lo forma en una geología intuitiva
y empírica, pero también lo empuja a reconocer intuitivamente la
provisionalidad del extractivismo, que anuncia el futuro de los cementerios
mineros. La oscuridad insondable de los socavones lo lleva a mirar los ojos
profundos de la muerte.
Por lo
tanto, el proletariado minero también es quien puede salvarnos del modelo
extractivista colonial del capitalismo dependiente, promoviendo una transición
alternativa en alianza con el pueblo.
En
conclusión, si bien el conflicto de Colquiri ha vuelto a desatar las
contradicciones inter-clase entre trabajadores mineros asalariados de la
empresa estatal y trabajadores mineros de las cooperativas, esta contradicción
encierra otra más profunda, entre el proletariado minero y los patrones
encubiertos de las cooperativas mineras, contradicción específica que se
expresa contextualmente en la contradicción general entre el proletariado minero
y las distintas formas de propiedad privada, la de las empresas trasnacionales,
la de la minería mediana, la de las cooperativas.
El
conflicto de Coquiri debe ser aprovechado para unificar al proletariado minero
en su lucha contra las formas de apropiación privada del trabajo colectivo,
además de encarar la nacionalización de todo Colquiri, como un paso a la
nacionalización de tola la minería.
Otra
conclusión tiene que ver con la actualidad del proletariado y de su lucha
contra el capitalismo. La actualidad implica la actualización de su lucha de
acuerdo a los problemas del presente, problemas relativos a la actual crisis
estructural del capitalismo, su expresión en términos de crisis financiera,
también su repercusión en los términos destructivos de crisis ecológica, por lo
tanto, problemas que tienen que ser atendidos encarando transiciones dinámicas
hacia el post-capitalismo, entre estas transiciones se encuentra la tarea
fundamental de transitar del modelo extractivista hacia un modelo productivo
integral y complementario, armónico con los ecosistemas.
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